Todavía me cuesta la foto de arrebato: ese beso de enamorados tomados de la mano en una esquina cualquiera, esa mamá agarrando a su hijo para cruzar la calle, ó esos nenes de 5 y 6 años charlando de sus temitas en el rincón de la plaza.

Pero hay instantes que agradezco. Como hoy, que me pasó algo muy bello. Y alentador, en términos de foto.
-Me compré una camarola Nikon, semiprofesional, para llevarme de viaje y jugar a ser fotógrafa-.
Simple, genuino. Apareció de repente.
Con ustedes: el chiquilín.


5 comentarios
Preciosas!!!
Los pájaros siempre regalan escenas perfectas: la última imagen me dice tanto!!!
Que lindas fotos amiga! te quiero una bochaaaa!.
Ampi
hermosa como esa foto
:)
Volaré, uooo ooo!
Gracias queridísimas
qué grosa que sos!!!
divina total!
más que la foto, me gusta que lo hayas visto y te hayas copado...
yo se que seguro te pusistere contenta cuando lo viste!
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