Mamá hace 1 año y 4 meses

Vas y venís, traés y llevás, entrás y salís del cajón de verduras que usas para jugar. Y así transcurren tus horas felices. Un mundo de juegos para vos y para mí.

Y de repente un llanto porque ese muñeco que querías se atascó debajo de una pila de juguetes. Tironeadas, mas llanto y llega la risa cuando papá o yo nos acercamos para ayudarte, mostrándote que no hay que desesperar, que estamos cerca para lo que necesites siempre, Marea.

Desde que llegaste, y ya lo sabés hija pero no siento tedio en repetírtelo mil veces, el amor como el dolor se resignificó para siempre.

Ya no preocupa llegar más tarde de lo que solía llegar antes de vos a cualquier lado. Trabajar en la compu con vos debajo de mi silla llorando un poco porque algo se te perdió o te falta (no siempre sé qué, mi amor, pero ando atenta para ayudarte).

Ya no molesta comer con una mano y vos colgada de una teta, ni empezar e interrumpir mil veces lo que sea que esté por hacer para cambiarte un pañal imposible, subirte al sillón que todavía no lográs sola, darte un abrazo y secar lagrimas porque te lastimaste intentando superarte en alguna prueba….

Ya me lo enseñaste en varias ocasiones: Vos no aprendiste a esperar todavía, yo debería saberlo ya. No podés esperar para leer con mamá, por eso te me plantás al lado quitando cualquier posibilidad de posponer la charla con cada personaje en ese idioma que creaste y que querés compartirme. Yo soy grande y sé esperar. En realidad muchas veces no sé esperar, pero estás vos para recordarme que hay prioridades y hay etapas para cada cosa.

Gracias por hacerme sentir tan importante y darle un nuevo rumbo a mi vida como mujer-mamá, Marea.