“… y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.” (Rayuela, Cortázar / fragmento seleccionado por la polak)
Sí, sí, sí, ....¡sí!
Volvió con una nueva crónica: La enamorada del muro. Que la disfruten.
De chica siempre me venían ganas de inventar historias con nombres de plantas.
Me resultaban muy curiosos algunos como Lazo de novia, Espina de Cristo, Dama de noche. Pero la que más que gustaba era La enamorada del muro.
Me imaginaba la historia de una princesa atrapada en un castillo, cercada por una muralla, impedida para salir al mundo exterior. Me imaginaba un príncipe que debía rescatarla, algún príncipe que vendría porque para eso se supone que están, pero quien sabe, y finalmente, en esa espera incierta y vana, ella se terminaba enamorando de la pared. Si, una princesa enamorada de una pared.
Una historia trágica.
Día a día, sus brazos y sus manos se entregaban a esa imposibilidad, se regocijaban en ese autosadismo obsesivo, se revolcaban en una perversión asquerosa, y ya no había nada que pudiera hacer, atrapada por completo en su propia locura, procurando hasta lo prohibido conquistar el amor del muro, seduciéndolo con su cuerpo virgen y gastado.
A veces me gustaba pensar que había algo más. El muro había sido un príncipe y por algún encanto de bruja malvada, (que estaba enamorada del él pero jamás podría lograr su amor, ya se sabe que las brujas están condenadas a perder), lo había convertido en una tapia, y así ya no habría posibilidad para nadie.
Entonces todo cobraba sentido. La princesa, montada en una esperanza, reconfirmando hasta la muerte una apuesta al amor, consagrada a lo único que le daba sentido a su existencia, encontrar bajo el encanto lo que verdaderamente es, su amado, y dar pelea en esa batalla hasta ganarla.
Una historia heroica.
Pero ahora ya no me entusiasman los cuentos de hadas. Me gusta más pensar que nunca hubo príncipe, y que la princesa, en todo caso, era una pobre mina. Una mujer incapaz de amar, aferrada por siempre a una nada, reproduciendo eternamente su patética y estúpida vida.
No hay hechizos, no hay magia, no hay milagros, no hay encantos, solo un muro. Del otro lado, tal vez…
Tal vez del otro lado.
7 comentarios
me encanta leer tus historias Polaka!!! te quiero.Sogna
Me gustó mucho lo que escribió como también el texto de Cortázar que eligió! Muy bueno todo!
Uno crece y va cayendo que los cuentos de hada no existen, pero a veces aparece algo, o alguien que nos hace volver a creer, no? ahí está la magia. Muy linda tu historia.
Viste Pola, todos te amamos.
Pola ailoviusoumach
Me encantó.
Gracias por los comentarios chicas!!!
Y uno especial para Gamba que me invita siempre a escribir lo que se me de la gana y cuando se me de la gana.
Besos!
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